El Universo,
amplio, basto, infinito, el mayor exponente de la diversidad de la Creación,
contenedor de todo lo que existe, multiplicidad de cuerpos, formas, colores,
esencias, sonidos, sensaciones, en fin, no terminaríamos nunca de enumerar sus
componentes y sus gamas, pero si podemos sintetizarlo, resumirlo, haciendo una abstracción
de su esencia: el Universo es básicamente dual, es un vientre misterioso,
oscuro, transparente, en donde se generan los cuerpos, la materia, a partir de
la irrupción de la luz en el espacio vacio de ese gran vientre que es el vacio
infinito del universo.
Una nada
donde existe todo, el oscuro vacio donde brilla la luz, una madre dando luz a
los hijos, UNA madre- TODOS los hijos. Uno y muchos como un solo cuerpo, que
entonces suman TRES, dos componentes separados (el vacio y la luz) que hacen un
tercero (el universo). Misterioso paradigma, esa es la Trinidad, la divinidad
como se conoce en diversas teorías, esotéricas, religiosas y populares, aunque
aun sigue manteniendo el misterio de no ser absolutamente develada y tal vez ni
remotamente.
Y así como el
Universo básicamente es dual, en la oscuridad brilla la luz, así las calidades
de sus componentes son básicamente dos, opuestos y complementarios, femenino y
masculino, como la mujer y el hombre, frio y reflejante como la luna, cálido y
brillante como el sol, y siempre habrá una parte y una contraparte que
equilibra y armoniza, aun en aquellos casos singulares en que no se puede
definir el genero, como en los casos de hermafroditismo, como sucede con los
hipocampos o los caracoles, llevan en su fuero interno el equilibrio de los
opuestos como algo natural, que les permite armonizar con el todo y aun en
casos humanos cuando esto ocurre, aunque la diferencia es que se genera un
problema cultural, dado lo suigéneris que es la sociedad humana, compleja y
variada.